sábado, 9 de abril de 2016

REFLEXIONES SOBRE LA DISCIPLINA

De George V. Sheviakov... Hace muchos años, cuando mi hijo estaba en segundo o tercer grado, me encontraba muy atareado con una serie de conferencias sobre "cómo ser buenos padres y maestros".
Comencé a notar que no obtenía los mismos resultados con mi hijo que antes. Por último decidí tomarme un día libre y pasarlo con el niño en la playa. Una vez allí, jugamos a la pelota, pintamos algas e hicimos todas las cosas que se hacen en la playa. Al final del día me sentía completamente agotado e incluso mi hijo estaba algo cansado, pero muy feliz. Cuando volvimos a casa, me dijo de pronto :"¿No lo pasamos bien?" Cuando le hube contestado afirmativamente, me dijo: "Sabes, de ahora en adelante voy a hacer todo lo que me digas"
Esa fue su reacción sin castigos, sin sermones, sin reprimendas, pero sí, divirtiéndonos juntos. No sólo diversión, sino también tiempo e interés y ayuda para desarrollar aptitudes significativas para él. Creo que esto es algo que los maestros deben tomar en serio. ¿Qué clase de imagen, qué clase de prototipo de un adulto le presentamos a los niños?
Esta cuestión concierne a todo adulto responsable de un niño. Con todo, es de importancia especial para el directivo escolar cuyas responsabilidades incluyen no sólo muchos niños, sino también la comunidad y su personal. El directivo debe conocer a su comunidad y a sus valores. Debe dedicarse a educarla para que sustente una escuela mutuamente satisfactoria. Debe seleccionar el material sobre la base de criterios que van más allá de las calificaciones promedio de los candidatos. Y debe seguir ayudando a educarla al presentarse no tanto como un jefe al que pueden o no temer, pero al que deben obedecer, sino más bien como un consultor con quien pueden discutir las distintas posibilidades.
Creo que la tarea básica del directivo consiste en crear un clima en el que más maestros puedan hacer más elecciones y tomar más decisiones. Si bien esto puede incluir errores, el directivo como consultor constituye una salvaguardia contra los errores más serios y, además, todos aprendemos de nuestros errores. Si los maestros no temen al jefe y éste se comporta como un consultor, es más probable que discutan sus problemas con él. Esto es algo que aprendí de Fritz Redl hace algunos años, cuando éste dirigía un campamento para los llamados niños y niñas delincuentes. Todas las noches reunía al personal y comenzaba diciendo a sus asesores qué errores había cometido ese día. Así, los demás podían plantear sus propias dudas, interrogantes y errores, y esto permitía que la disciplina se examinara a la luz del propósito del campamento.
Creo que los maestros debemos considerar la disciplina en términos de la medida en que ayudamos a los demás a hacer elecciones, a examinar las alternativas en forma racional y a sentirse libres para cometer los errores que forman parte del crecimiento personal.


viernes, 1 de abril de 2016

UN JARDIN PARA NUESTRO BEBE.

A lo largo de nuestra vida nos topamos con acontecimientos diferentes y el modo de enfrentarlos nos estimula para crecer, activa o pasivamente.
En nosotros está elegir nuestro comportamiento y el ambiente adecuado nos va a ayudar para aceptar o cambiar nuestro proceder.
Así elegimos nuestros estudios, trabajos, parejas... Y de pronto nos encontramos con un momento único "la llegada de nuestro bebé", mas tarde nos sorprende el pediatra diciendo "deben buscar un jardín con estimulación temprana".
Y allí comienza nuestro derrotero. ¿Estimulación temprana? Y buscamos información "conjunto de cuidados y actividades personalizados brindados amorosamente para que el bebé crezca sano y feliz". ¿Qué... no hicimos eso desde que nació?.
Si, y de eso se trata. Nuestro bebe es irrepetible, tiene su propio tiempo, sus preferencias, sus gustos y disgustos, su manera de ser y de aprender.
Para criarlo debemos mirar el mundo con sus ojos y en lo posible hacernos niños también, así podremos comprenderlo, sentir, divertirnos y sorprendernos junto a él.
Cada niño tiene su tiempo y no podemos compararlo con otro bebé o su hermano mayor, solamente puede compararse consigo mismo. Si entendemos esto sabremos que necesita nuestro bebé para una estimulación adecuada.
Ya René Spitz había confirmado mediante sus invetigaciones, que los cuidados alimentarios e higiénicos del bebé deben estar acompañados con caricias, afecto y palabras cariñosas para su correcto desarrollo, físico y mental.
¿Puede una abuela dar esto a un recien nacido, mientras su mamá se incerta nuevamente en su tarea laboral?